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viernes, 15 de enero de 2010

-- REFLEXIONES (III) --

AB ORE AD AUREM: INTUS NERO, FORIS CATO


Investigando por la red, me acabo de enterar que en la antigüedad se llamaba “pelotas” a las prostitutas o las amantes de los señores con gran poder adquisitivo o poder político. Como estas mujeres hacían y decían cosas del agrado de los hombres que las mantenían para que siempre las eligiesen a ellas y no a otras, a quien imitaba esa actitud (a quien hacía y decía lo que querían escuchar los demás para agradarles y poder sacar algún beneficio a cambio) se les llamaba también pelotas. Qué curioso, ¿verdad?

Hacerle la pelota a alguien es adularle para conseguir algún beneficio presente o futuro (es decir, hacer o decir con intención lo que se cree que puede agradar a otro para conseguir algún beneficio). Y al que hace la pelota, se le dice que es un pelota.

Te dirijas a donde te dirijas,siempre nos encontramos con alguno, que, con mayor o menor dificultad, consigue superar las adversidades y abrirse paso en todas las situaciones.
El que lo es, lo es desde la cuna. Es una cosa innata, algo que no se aprende, se lleva dentro. ¿Quién no recuerda ,en el colegio, a ese niño cabezón de la primera fila que siempre tenia un comentario que hacer con tal de nutrir el ego del profesor?

Y aunque a lo largo de su vida sufre algunos cambios, conserva indeleble y constante sus fundamentos: servil paje, que se arrastra, seducido por cualquier clase de poder. Estos individuos no suelen ser peligrosos, ya que, irónicamente, no dejan de ser la versión actual del bufón, a excepción de que haga su aparición una subespecie mas insaciable aún: el trepa.
A este es más difícil descubrir, pues es más cauteloso y silencioso, pero una vez que te hinca el diente, su mordisco te puede llevar a un estado casi letal.

El trepa es la clásica figura del individuo que te exprime a más no poder, con las miras puestas en un beneficio y provecho propio. El “trepismo” se da con más frecuencia, cuando alguien tiene intenciones de mejorar sus condiciones de trabajo y escalar puestos en la escala laboral, sin afectarles en lo más mínimo los métodos que use para ello, ni los posibles “cadáveres” que deje a su paso. Es una tarea peliaguda y problemática descubrirlos, ya que una de sus teorías principales, es no compartir nunca información con el “trepado”, no obstante, intentará sacársela usando para ello las artimañas más rebuscadas que existan. Sus propósitos e intenciones están clarísimas: ascender sin importarle como logra el encumbramiento: atropellando y desacreditando a los demás o mintiendo sobre ellos con tal de llegar donde se ha propuesto.

La manera de actuar del “trepa” es muy ingeniosa: con mucha perspicacia emplea el rumor o el chisme para esparcir comentarios, los cuales, tarde o temprano, terminaran perjudicando y arruinando social, laboral e incluso, físicamente al contrario, y para ello no dudará en apropiarse para si, ideas de los demás.

El objetivo número uno de un buen trepa es desprestigiar a todo aquel que sea más brillante que él. Llevará a cabo un estudio exhaustivo de su víctima. No dudará en ningún momento en controlarla, desvirtuar sus palabras, adulterar sus actos, amañar sus ideas, empequeñecerla, avergonzandola, desacreditandola, e incluso abochornandola en público, propalando y aireando comentarios negativos hacia ella. Con esto lo que se suele lograr en no pocas ocasiones, es que la víctima llegue a admitir en algún momento, que tiene mala reputación entre los compañeros.

Los trepas, por lo general, son personas muy agradables, de un trato exquisito; suelen ser personas sosegadas, pacíficas y dóciles; pero tras esa mascara se encuentra una persona inestable, con una forma de ser que no soporta que nadie la haga sombra, o que pueda destacar mas que él. En su interior es un autentico tirano, un déspota que no tolera que le lleven la contraria. Es receloso, desconfiado y muy necesitado de que lo veneren. Se cree en posesión de un aura especial.

Todo esto, llevado al terreno de la vida cotidiana, podríamos resumirlo con este ejemplo: el pelota dice``Jefe, mire que bien lo he hecho´´ en voz alta para que se entere todo el mundo; por su parte, el trepa, mucho más cauteloso, le susurra al oído ``Jefe, mire que bien lo he hecho yo y que mal los demás´´
.
Pero pasemos a definir algunas características de estos sujetos, que de vez en cuando te tropiezas con ellos, dejándote a su paso un sabor de boca más que amargo, yo diría de hiel.
Un pelota con identidad propia jamás de los jamases llegará tarde a su trabajo, mientras que el trepa de turno puede exigir alguna sinecura y llegar algún día que otro, después de un buen soplo, algo más tarde. Un pelota auténtico organizará todos los asuntos diariamente -sean o no profesionales- en función a la prioridad marcada por su jefe. Un pelota se desvive siempre por complacer a su jefe y adoptará generalmente una actitud casi maternal. Si un día el jefe llega tarde lo justificará manifestando en voz baja, que son las malas amistades las que lo entretienen en los bares y otros centros de trabajo alternativos. Igualmente si algún otro día llega ebrio, también lo justificará manifestando entre el resto de los empleados, que acaba de cerrar un gran negocio para la empresa, negocio que afortunadamente garantizará la supervivencia y la solvencia económica de la empresa para los próximos meses.

El pelota se resfriará cada vez que su jefe estornuda y sufrirá el doble que él por cualquier contrariedad. Un buen pelota le recordará a su jefe todos los aniversarios familiares y extraconyugales. Tratará a los hijos del jefe con excesivo cariño, tanto que llegará a molestar tanto a los niños como a los padres y producirá ataques de vómitos a todos los que en ese momento estén presenciando tan patético y bochornoso espectáculo.

Mientras que un trepa se venderá siempre al mejor postor y actuará como un espía doble o como un sabio camaleón, el pelota aguantará estoicamente sonoras tormentas y temporales. El trepa al igual que las ratas será el primero en abandonar el barco y buscar uno nuevo. Este puede presumir y casi siempre presume de currículum, el pelota no. El pelota no presume de currículum, porque él no es nada si no tiene delante el espejo de su jefe. Si el pelota necesitara describir sus funciones, no tendría más remedio que reconocer que él es un pelele, un don nadie, un fantasma y eso un pelota que tenga un ligero atisbo de dignidad no lo aceptará, porque entonces sería cuando reconocería públicamente y ante todos que es un contenedor de basuras. Quizá un buen momento para reciclarse y hacerse un trepa de renombre

¿Qué jefe o jefecillo no tiene a su alrededor un pelota o pelotilla presto y dispuesto a hacerle la vida más fácil, más amable, más grata más...? Aunque los pelotas, al igual que los chivatos, desgraciadamente son legiones; ninguno ha llegado a alcanzar ni la mitad de la fama de un trepa. El pelota y el trepa son la cara y la cruz de un mismo trastorno psicológico. El pelota es más dócil, abnegado y complaciente que el trepa; que es más altivo, arrogante y pretencioso. Mientras que el pelota responderá siempre a todo que sí, el trepa es capaz de defender e imponer su criterio en alguna que otra ocasión. La figura del pelota es más cariñosa y simpática que la del trepa que es más agresiva, despreciable y socialmente peor vista.

Así pues,en esta jungla tenebrosa,busca siempre un seto bien frondoso para ocultarte porque nunca sabes que clase de bichos pueden estar acechando.

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